2 nov 2009
La mujer del pasillo.
Una noche de Halloween, por hacer qalgo de miedo, jugamos a la Guija, cosa de la que siempre me arrepentré. La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extrño, no sé definirlo con palabras; unas amigas y yo buscamos una vieja Guija que mi familia siempre hbía tenido guardada... Era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no había nacido, y siempre había querido conocerla. Mis amigas hacían eso por diversión, yo por un fin, puesto que quería hablar con mi bisabuela.
La sesión comenzó. Entre rizas, mis amigas bromeaban, yo estaba muy seria concentrada, pero ellos no lo notaron hasta que callo un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigas, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose. De repente el puntero de la Guija comenzó a moverse. Preguntamos al unísono, quién era, pero no respondió.
El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabra. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: " estoy yendo a por vosotros".
Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a mi habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo.
La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos la cama para atrancarla. La mujer, cada vez más desesperada gritaba mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve. Esos gritos eran desesperados.
Entonces me dí cuenta: Era mi bisabuela; Algo me lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía.
Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero mis amigas me agarraron. Los gritos cesaron y una de mis amigas tuvo un ataque de nervios. Nos acercamos a consolarla, pero una voz grave y fuerte salió de ella diciéndonos que no nos acercáramos. Nos quedamos de piedra.
La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: " ¡Os lo advertí, y no me hicisteis caso, ahora moriréis!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría. Intentamos abrir la puerta pero no pudimos. Los gritos volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta y yo salí primero, pero se cerró detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigas, histéricas, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla.
Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, pues acabo de salir de la cárcel, culpada por el asesinato de mis amigas, las cuáles encontré muertas cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.
BILGAI
La sesión comenzó. Entre rizas, mis amigas bromeaban, yo estaba muy seria concentrada, pero ellos no lo notaron hasta que callo un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigas, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose. De repente el puntero de la Guija comenzó a moverse. Preguntamos al unísono, quién era, pero no respondió.
El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabra. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: " estoy yendo a por vosotros".
Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a mi habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo.
La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos la cama para atrancarla. La mujer, cada vez más desesperada gritaba mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve. Esos gritos eran desesperados.
Entonces me dí cuenta: Era mi bisabuela; Algo me lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía.
Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero mis amigas me agarraron. Los gritos cesaron y una de mis amigas tuvo un ataque de nervios. Nos acercamos a consolarla, pero una voz grave y fuerte salió de ella diciéndonos que no nos acercáramos. Nos quedamos de piedra.
La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: " ¡Os lo advertí, y no me hicisteis caso, ahora moriréis!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría. Intentamos abrir la puerta pero no pudimos. Los gritos volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta y yo salí primero, pero se cerró detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigas, histéricas, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla.
Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, pues acabo de salir de la cárcel, culpada por el asesinato de mis amigas, las cuáles encontré muertas cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.
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